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Foto del escritorJuan Pablo Preiti Mangieri

Esto de despedir un año, recibir al otro, está muy bien, pero no deja de ser el mismo camino, no deja de ser la vida.

Celebremos que la vida continúa, que la vida cambia, cobra diferentes formas, a veces nos gustan más, otras menos.

Lo importante es lo que hagamos nosotros con esas formas, como nos tomamos las cosas que nos llegan. Este último año esperábamos un año de cambios, de crecimiento, y vaya si lo fue.

El mundo y la percepción que tenemos de él, cambio.

Por suerte, como parte de ese gran crecimiento que significó este año, hemos podido reinventarnos, rodearnos de gente que suma, reforzar lazos, recuperar otros que creíamos debilitados, pero nos dimos cuenta que eran más fuerte que el hierro.

Que ayer era un año, y hoy es otro, no nos va a cambiar.

Lo que nos cambia somos nosotros. Como lidiamos con los cambios impuestos. Como luchamos por nuestros valores, por y con nuestras familias. Como disfrutamos de las cosas, de los momentos. Porque los momentos pasan y no vuelven.

Y sí, despedimos un año, raro, complicado.

¿Pero sabéis que? Todos los momentos que hemos vivido en estos meses ya no vuelven. Ni los buenos ni los malos. Solo nos quedarán los recuerdos, de lo que vivimos, sentimos, compartimos, o de los que ya no están.

Hoy, ya parado, al otro lado de la frontera del 2021, miro hacia atrás, y si bien ha habido momentos muy duros, puedo recordar grandes momentos vividos, en algunos escenarios, en nuestra casa, compartiendo espectáculos en familia con el público desde el sofá de nuestro hogar. Vivencias hermosas como compañía, como familia, con la familia que no es de sangre, pero está ahí, más que nunca, muchas vivencias personales.

Todo eso nos lo dejó un "año nefasto". Que lo fue, sobre todo para los que vivimos de esto. Porque fueron muchos meses que no pudimos trabajar, hacer lo que amamos, compartirlo con el público.

Pero a pesar de eso, aquí estamos, continuando este camino de la vida, que cambia su aspecto, cambiando de año, pero por suerte, sabemos que todo lo que pasamos en la vida, son momentos, recuerdos y personas. Como decimos en Un Viaje Por Jabón; "el lugar es aquí y ahora, siempre, para todo". No lo dejemos pasar. Disfrutemos nuestro "aquí y ahora" porque no vuelve, pero nos hará fuertes, grandes, y sobre todo.....Felices.

Que tengáis, que tengamos, un gran año por delante!!!!



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Foto del escritorJuan Pablo Preiti Mangieri

Algunos de vosotros nos habéis descubierto en nuestros directos de Pompas en el sofá, y habéis visto ese ratito, en el que compartíamos algunos de nuestros números, algunos en estreno, y lo disfrutábamos mucho, sobre todo el saber que había alguien al otro lado, y existía un feedback. Diferente al habitual, pero estabais ahí. Era una sensación extraña, pero bonita.

Ahora me reencuentro con alguno de vosotros y recordamos juntos, grandes momentos virtuales que hemos compartido. Y muchos me decís: “vaya la que liabas en casa”

Pues amigos…no sabéis cuanto la liaba…

Todo lo que no se ve

Pero esto me sirve para contaros lo que hay detrás de un espectáculo, o de un simple número, en un teatro, en un espectáculo de calle.

El espectador llega a una sala, o a un parque y se prepara para disfrutar de ese tiempo en el que el artista le brinda todo lo que tiene. Sin preparación, sin preocupación, el espectador ahí está. Dispuesto a ver, oír, sentir, reír y emocionarse. Pero… como llegó hasta ahí ese “loco”, que está ahí delante.

Os voy a contar como fueron los directos durante el confinamiento, para que os deis una idea de Todo lo que no se ve. Otro día, si no os aburrí antes, os cuento de uno de los de teatro o calle. Pero ahora volvamos a todo lo que no se vio de Pompas en el Sofá primero, en el Salón luego, (cuando ya me vine arriba).

Un directo comenzaba bastante antes de conectarnos. Digamos que unos días antes, cuando decidíamos que día haríamos la conexión. Entonces empezaban los ensayos y pruebas, elegir que podía quedar mejor, que se apreciaría más en este nuevo formato. Y he de decir, que un ensayo nuestro por pequeño que sea, nos lleva un buen rato de preparación, y uno bastante más largo (y pesado), que es el de recogida, secado y limpieza del material.

Una vez que probábamos, elegíamos que números entrarían ese día, (hablo en plural, porque decidíamos entre toda la familia, incluso las niñas. Bueno, en especial las niñas. Que se convirtieron en protagonistas, a su manera cada una en algún momento, pero eso puede que nos dé para otro post.) Hecha la selección ya solo nos quedaba esperar el día y empezar… Ojalá fuese tan fácil.

El mismo día, en que emitiríamos Pompas en el Salón, ya desde por la mañana, comenzaba a preparar el salón, y probábamos mezclas, y revisábamos los números, otra vez. Y de repente surgía un:” y si en vez de hacerlo así, hoy hago este pequeño cambio a ver que tal queda”. Y vuelta a ensayar.

La verdad es que nos ha venido muy bien, este formato para enseñar y practicar cosas nuevas, recuperar algunas olvidadas, y probarlas con público, ver cuales funcionaban mejor, aunque no podíamos ver vuestras reacciones, peor a pesar de eso, ha sido una gran experiencia.

Un par de horas antes del inicio, comenzaba a preparar la parte técnica, (que fue mejorando con la experiencia), cámara, luces, sonido, e imprevistos, por supuesto. Como por ejemplo, el día que minutos antes de comenzar, uno de nuestros artilugios estrella decidió que era su final. Hubo que readaptar sobre la marcha. OS aseguro que no fue fácil Para el siguiente, conseguimos (en pleno confinamiento), que alguien nos dio una solución, ¡un aplauso para ella! Para que luego, el día que estrenábamos Cuentos del Jabón, donde el humo era bastante protagonista, en el último ensayo de la noche anterior volviese a fastidiarse. Y comencé a crear o intentar, crear otras formas de hacerlo. Funcionaban algunas, poco estilosas, con dudosa efectividad. Llegamos a pensar en que no podríamos hacerlo ese fin de semana. Pero otra vez, conseguimos, que nos echara una mano, otra vez, una pequeña gran tienda de Lugones. Y ahora sí, ya no fallaría más.


A lo que íbamos.

Ahora sí. Dábamos al play y a rodar. A compartir esa media hora o lo que fuera. Esos minutos antes de empezar donde nos saludábamos, veíamos quien entraba, eran bonitos, cercanos. En algún momento dudé, si hacíamos los directos por el espectáculo en sí, o por vivir esos momentos de contacto, cercanía, y de sentirnos arropados. Y allí íbamos, a dar todo lo que habíamos preparado. Y a veces, hasta más.

A veces con las apariciones espontáneas de la más peque, que dieron una cuota de tensión por momentos, de frescura en otros, pero que al fin y al cabo, para ella era papá, en el salón de casa jugando con pompas. Yo quiero. Y así, entre todos, hacíamos lo que llegaba a vosotros.

Pero una vez acabado, y con la adrenalina de haber compartido esos momentos, tocaba lo peor. Recoger.

Pero eso, iba a tener que esperar. Porque era el turno para ellas. Las peques. Muy tentador todo. Jabón, suelo enmoquetado, los juguetes de papá, música. Así que comenzaba un nuevo show. El de ellas, imitándome. Os podéis imaginar como quedaba el salón. Pero ellas, felices, así que valía la pena.

Ahora sí, una hora después. Retirar mezclas, limpiar, secar, recoger, quitar moqueta, volver a secar, guardar. Y cuando nos dábamos cuenta habían pasado casi tres horas desde que dimos al botón rojo que nos unía a vosotros.

De esta manera quería contaros todo lo que no se ve, por ejemplo, en estos pequeños espectáculos. Y a esto le sumamos las horas y horas de creación, de prueba y error, de conseguir materiales, fórmulas. No es una queja, porque es algo que disfrutamos haciendo, y que nos hace feliz, cuando por fin podemos enseñarlo, y compartirlo con vosotros.

Quería contaros esto, para que, la próxima vez, que vayáis a ver un espectáculo, de lo que sea, pensar en que esa persona que está ahí, dando todo lo que tiene, lo está haciendo por vosotros, para vosotros, no durante ese momento, sino desde mucho antes, y hasta mucho después de que hayáis marchado.

Espero que pronto, volvamos a encontrarnos en un escenario, para poder volver a dar todo de mí, para vosotros, por vosotros.



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Foto del escritorJuan Pablo Preiti Mangieri

“El jabón lo haces tú o lo compras”; “Se le gastó el del pompero al peque y no puedo hacer que le salgan”; “¿Que lleva la mezcla?”.


Indefectiblemente, una de estas tres frases, preguntas, consultas, me la hacen al acabar cada espectáculo. Da igual el formato del espectáculo. Siempre en medio de los saludos finales, felicitaciones, (en el mejor de los casos, je); una persona por lo menos, aunque a veces más y termina siendo una disertación sobre mezclas, me las dice.

Vamos por partes, lo del jabón lo haces tú o lo compras, es un acercamiento, una introducción para poder preguntarme las siguientes. “Es que se le gasto el jabón del pompero y no fui capaz a volver a hacerle una que funcione“, “¿Qué lleva la mezcla?”

Yo, siempre, contesto. Y lo seguiré haciendo, porque entiendo la curiosidad que despierta este mundo mágico. Lo primero, es que sí, las mezclas las hago yo.

Estoy permanentemente intentando mejorarlas, probando ingredientes, densidades, colores, cantidades, y cientos de factores que influyen para una mezcla con la que estar a gusto. No hay recetas mágicas, como grandes cosas de esta vida, hay que estudiar, prepararse y probar. Y volver a estudiar, revisar, y volver a probar. Y otra vez, volver a probar.

Y cuando crees que la tienes, aparece una nueva idea. Y vuelta a empezar. ¿Podría comprar mezclas hechas? Claro, pero ya no serían “mis mezclas”, ya no sería algo personal, enlatado. Detrás de cada mezcla, hay pasión, mucho tiempo de pruebas, de conseguir materiales difíciles de encontrar, y la enorme satisfacción cuando lo consigues; pero obviamente, todo esto no me pongo a explicarlo según acaba un espectáculo. Siempre, responderé con una sonrisa, “si te lo cuento se me acaba el chollo” o “mas de lo que crees, menos de lo que piensas”.

Pero he aquí la mas importante, y que por ejemplo en los formatos pequeños, de cercanía, o talleres, siempre se los digo, como consejo. Para disfrutar en casa, con esos pomperos comprados que una vez acabada la fórmula mágica parece que nunca más volverá a salir una pompa. O porque no, para crear sus propios pomperos, con cuerdas, con alambres o cualquier objeto que pueda tener un agujero y mojarse. Esa fórmula es mucho más sencilla de lo que os imagináis. Me decis, probé con azúcar, con maizena, y con no sé cuantas otras cosas, pero no funciona.

Mi respuesta es siempre la misma. Todo eso está muy bien investigarlo y probar si vas a dedicarte a ello. Pero, para el objetivo de jugar en casa, y experimentar con las pompas…

No digáis nada, es un secreto…Apunta.

Una cucharadita de jabón de los platos, y una jarra de agua. Lo revuelves hasta que se disuelva el jabón, sin agitar ni crear espuma. Importante, cuando metas el pompero, solo basta con mojarlo. No es necesario, meter y sacar repetidamente, porque eso lo único que genera es espuma. Y la espuma no es buena amiga de las pompas. De hecho, en gran parte de los casos que volvéis a hacer mezclas, el fallo está en como mojáis el pompero.

Volviendo a la fórmula. Ya visteis, un poquito de jabón (si es Fairy, mejor), y bastante más agua. Y a partir de ahí a jugar y disfrutar. A descubrir el mágico mundo del jabón.

Durante el confinamiento, habéis probado todo tipo de talleres, de juegos, habéis visto espectáculos de todo tipo, pero, en casa.

Ahora ya tenemos más libertad, más espacio, llega el buen tiempo.

Así que es un buen momento para probar esta fórmula, jugar, descubrir, experimentar, y seguir yendo a espectáculos. Pero sobre todo, seguid haciendo lo que habéis hecho este tiempo, compartir todos los momentos posibles en familia.

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Mi Burbuja

pompas en asturias
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